"Paradojas de los estoicos" ( lat. Paradoxa Stoicorum ) - el trabajo del filósofo y orador romano Mark Tullius Cicero , escrito en el 46 a. [una]
Introducción
En la introducción, Cicerón se refiere a Bruto , a quien está dedicada esta obra, y menciona a su tío Catón , quien, siendo partidario del estoicismo, a menudo tocaba este tema en sus discursos. Pero, según él, Catón peca al no poder exponer en detalle las posiciones estoicas , y por eso él mismo retoma la formulación de los principales pensamientos del estoicismo en una forma que sea comprensible para todas las personas.
La primera paradoja: "solo lo bello es bueno"
En el primer capítulo, Cicerón analiza el significado de la palabra "bien", expresando dudas de que "buenos" sean valores como el dinero, el poder, el poder, el placer, porque todas estas cosas pueden usarse para malos propósitos. El autor dice que el verdadero “bien” es el que se hace moral y correctamente, mostrando virtud. Como ejemplo, cita las acciones de grandes figuras romanas que cometieron sus hazañas en nombre de la salvación y exaltación del estado romano, y no para beneficio personal.
La segunda paradoja: "la virtud se basta a sí misma para alcanzar la felicidad"
El filósofo dedica el segundo capítulo al argumento de que una persona que lleva una vida digna, cuya gloria vivirá incluso después de su muerte, no puede ser infeliz. Al comienzo del capítulo, Cicerón escribe que Mark Regulus no era infeliz ni sufriente, porque durante el cautiverio de los punianos solo se probó su cuerpo, y no su dignidad, lealtad, grandeza de espíritu o firmeza. Y viceversa, el criminal y el villano sufrirán constantemente, temiendo el castigo, el destierro o la muerte, ya que sus atrocidades cada día le impiden existir en paz.
La tercera paradoja: "tanto las acciones criminales como las justas son iguales"
Aquí el autor habla de la misma gravedad de cualquier fechoría, independientemente de su resultado, basándose en el hecho de que lo que importa no es lo que resultó ser la atrocidad al final, sino que la persona estaba lista para cruzar la línea.
“Pero se comete, sin embargo, una falta, si por mala conducta entendemos el traspasar una determinada frontera, que una vez cometida, significa la comisión de un delito, y no importa cuánto traspaséis esa frontera, que una vez pasasteis. estimar el tamaño de los delitos". [2]
Cicerón también compara los vicios con las virtudes a este pensamiento, y las obras virtuosas, en su opinión, son siempre iguales, porque un acto no puede llamarse "más o menos virtuoso".
La cuarta paradoja: "todo tonto está loco"
En la cuarta parte de su obra, Cicerón condena con vehemencia a sus oponentes políticos, llamándolos locos y locos, acusándolos de la destrucción del estado, la caída de las cortes y el senado, la pérdida del poder de las leyes. Sin embargo, a pesar de los numerosos intentos, nadie logró quitarle a Cicerón algo que valiera la pena, porque todavía tenía la vitalidad de su espíritu, pensamientos y preocupaciones, un recuerdo imperecedero, y ni la destrucción de su casa ni el exilio lo ofendieron. Lo que se puede quitar, quitar o perder no pertenece plenamente a nadie.
Quinta paradoja: "sólo el sabio es libre"
Cicerón continúa desarrollando el tema del ensayo sobre la libertad del espíritu, argumentando que una persona sabia puede dominar sus pasiones, deseos y otras debilidades del espíritu, lo que significa que es verdaderamente libre. En su opinión, la libertad es la capacidad de vivir de la manera que uno quiere, y esta sólo está al alcance de quien sigue el camino correcto, cumpliendo con su deber y respetando las leyes.
La sexta paradoja: "solo el sabio es rico"
El tema del capítulo final es similar al tema del primero: Cicerón llama ricos a los que tienen lo suficiente de sus bienes, y los que son codiciosos de dinero, listos para engañar, engañar, extorsionar y robar con el fin de enriquecerse, son pobres que, en su necesidad, están dispuestos a hacer cualquier truco. Además, los pobres de espíritu no pueden ser ricos, aunque tengan bienes materiales. Él define la medida de la riqueza por el modo de vida:
No querer mucho ya es riqueza, no comprar mucho ya es ganancia, y estar satisfecho con lo que se tiene es la mayor y más segura riqueza. [3]
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