El efecto “booba-kiki” es la correspondencia que la mente humana establece entre la envoltura sonora de una palabra y la forma geométrica de un objeto. Un ejemplo de sinestesia de sonido y forma.
El efecto fue descubierto por el psicólogo germano-estadounidense Wolfgang Köhler en 1929 [1] como resultado de un experimento realizado en la isla de Tenerife . Köhler mostró a los participantes dos figuras, redondeadas y de ángulo agudo, y se ofreció a determinar cuál de ellas se llama “takete” y cuál se llama “baluba”. El experimento confirmó la suposición de Köhler: la mayoría de la gente llamó a la figura redondeada "baluba" y a la de ángulo agudo, "takete" [2] .
En 2001, los neurólogos Vileyanur Ramachandran y Edward Hubbard replicaron el experimento de Köhler en Estados Unidos ( inglés ) e India ( tamil ), reemplazando los nombres de las figuras por "kiki" y "booba". La pregunta fue: “¿Cuál de las figuras presentadas es “booba” y cuál es “kiki”? El 95% de los encuestados llamó "booba" a una figura redondeada y "kiki" a una figura de ángulo agudo. Así, se confirmó la hipótesis de que una persona asigna significados abstractos a figuras y sonidos de la misma manera [3] . El trabajo de la científica canadiense Daphne Maurer y sus colegas demostró que incluso los niños de 2 años que no pueden leer de la misma manera derivan el significado de una palabra de su capa sonora y la atribuyen a una figura de acuerdo con su forma [4] .
Ramachandran y Hubbard sugieren que el efecto buba-kiki demuestra que los nombres de los objetos en el lenguaje no son arbitrarios [3] . La mayoría de la gente llamará a una figura redondeada "booba", porque para pronunciar esta palabra, debes estirar los labios en un tubo. Para pronunciar "kiki", necesitas "torcer" tus labios. Además, la producción del sonido [k] requiere mucho más esfuerzo que el sonido [b]. La sinestesia observada del sonido y la forma geométrica confirma la tesis principal de la fonosemántica : los fonemas pueden tener significado por sí mismos.